Visita a la Cueva de Hornos de la Peña

“El panel del Árbol” es un “cuadro” en un museo rupestre.

Es una de las representaciones que más discusiones científicas tiene dentro de la cueva de Chauvet-Pont-d’Arc. Con 30.000 años de historia los historiadores de arte rupestre debaten si es una representación de un árbol o no.

Si tiramos de pareidolia, que es la palabra que define ese juego de imaginar formas en las nubes o en otros lugares, las interpretaciones pueden ser acertadas, pero nunca sabremos lo que querían decir de verdad.

El arte rupestre es mi favorito por encima de todos los demás. Es verdad que esta Cueva francesa es una joya, pero no podemos verla.
Sin embargo, muy cerca tenemos “museos naturales” que, de momento, sí podemos ver.

El otro día visitamos uno de ellos: La Cueva de Hornos de la Peña. Como me pasa siempre que entro en un museo natural por un segundo me quedé sin aliento. Entiendo que le pasa a todo el mundo que visita un lugar así, pero yo tengo la estúpida costumbre de necesitar transmitirlo.

Frente a nosotros el “Bisonte moribundo”. Estábamos solos con el guía. A menos de 30 centímetros. Una pintura de entre 17.000 a 12.000 años custodiada en una cueva. Exactamente en el mismo lugar que se pintó.

La gente hace cola en el Louvre para ver la gran “Mona Lisa” de la que sabemos casi todo, aunque sigamos elucubrando detalles. Pero no estamos solos ante ella. Hay un cristal. No se pintó allí y no podías morir mientras pintabas porque un oso te pegara un zarpazo. Y sobretodo, sabemos quién la hizo, cuándo y dónde. ¡Ojo! Que no le quito mérito al amigo Leonardo.

“El arte rupestre es como un diario de viaje dejado por nuestros antepasados más antiguos. A través de sus imágenes, podemos captar vislumbres de sus vidas, sus creencias y sus conexiones con el mundo que los rodeaba”.

Dr. Natalie Uomini, arqueóloga

El “Bisonte moribundo” está al fondo de la cueva, un lugar al que, si no estuviera preparado para el turismo, tendrías que llegar a rastras.

No sabemos por qué se pintó, ni porque decidieron que justo ahí. Quizá simplemente un grafiti de una criaturilla magdaleniense y no debemos complicarnos más. O no.

¿Convivían con una manada de bisontes cerca y murió el “alfa”? ¿Le honraban? ¿Qué pensó la persona que con detalle impresionante dibujó las costillas y el vientre del animal representando esa debilidad del final? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué quería dejar representado? ¿Cómo se llamaba la persona que lo dibujó?

Pero no solo este “cuadro” es impresionante. Al fondo se queda un secreto que ya no podemos ver, porque no hemos cuidado el espacio y “ha nacido la prohibición” de no pasar.

El “Chamán de Hornos de la Peña”, una figura antropomorfa, parece ser que tiene la cabeza cubierta con un tocado o máscara y que hay atributos chamánicos, como plumas, marcas en el cuerpo y otros instrumentos rituales.

Si al bisonte le sumamos ritos mágicos parece que no estamos tan lejos de nuestro día a día con nuestras supersticiones sobre ponernos las bragas o calzoncillos de la suerte.

Al margen de que estas dos figuras sean las reinas de la cueva, la colección de caballos, uros, cabras montesas, ciervos y un posible reno que nos habla de una bajada de temperatura más que significativa, es más que suficiente para que tengas ganas de ir a visitarla.

Viajar al arte rupestre es un viaje a la historia de la humanidad.

Dibujos y representaciones en cuevas que intuimos que lo que pretendían era lo mismo que pretendemos hoy en día, trascendencia.

Las cuevas eran redes sociales. Grupos que intercambiaban información. Que trataban de dejar una huella. Hoy sabemos que no somos muy diferentes a aquellos primitivos. Solo acumulamos años y anécdotas.

Visitar una cueva con niñas y niños es un recorrido por todas las asignaturas porque de esa visita nacen todas las preguntas.

Una cueva es un #aprenderviajando de manual.

Empecé hablando del “Panel del árbol” porque quería saber cuáles fueron las primeras representaciones de flora en cuevas.

La imagen que acompaña el post es una flor alpina, un edelweiss, una de mis flores favoritas por muchos motivos. Es muy probable que estas flores podrían haber crecido en las laderas rocosas cercanas y sería un de las flores que aquellos pintores veían habitualmente.

Mi jardín ya va siendo histórico.

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