Hasta pronto maletas
- mayo 31, 2024
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En septiembre de 2023, pensando en el curso nuevo, volvimos a hablar, por enésima vez, de lo que nos gustaría tener un rinconcito al que irnos a menudo simplemente a estar.
Solo que esa vez dijimos, vamos a intentarlo. Nos dimos un año de plazo.
Sacamos papel y boli e hicimos lo que hacemos en nuestro trabajo diario. Nos llega un cliente y nos dice quiero que mi solución tenga todas estas cosas. Hay clientes que te piden unicornios en arcoíris que salgan a recibirte cantando cuando enciendes el móvil. Y tú lo apuntas y sonríes pensando si en las páginas amarillas vendrá una empresa de unicornios a la que poder pedir uno de muestra.
Hicimos lo mismo. Pedimos varios unicornios.
Pusimos los requisitos de los tres. Joder… qué difícil. Apuntar requisitos de cosas con las que no estás de acuerdo es chungo…
Primer aprendizaje, si queremos adolescentes implicados en la vida familiar nos va a tocar apuntar sus requerimientos, aunque estos sean ir todos con capucha y tu jefe piense que vienes de rodar la Casa de Papel.
- Pero Cris, ¿esto no iba de contarnos lo de las maletas?
- ¿Ah, sí? No… creo que no. Lo de las maletas es lo de menos, un cotilleo de lo que hago en mi vida. Mi idea es venderte otra moto.
- Ya… venga dale.
Después tuvimos que ajustar el presupuesto. Ya sé que hay gente con cinco casas en la playa y cuatro coches. No es nuestro caso.
- Mamá, ¿qué es una solera? ¿y cuánto vale? ¿y porqué no se puede poner una casa sin permiso? ¿quién te da el permiso? ¿y cuánto vale eso? ¿y si no te lo dan?…
Segundo aprendizaje, no podemos pensar que nuestras niñas y niños pueden tomar decisiones si no tienen la información suficiente.
Esto lo haces extensivo al sexo, el alcohol, las drogas… que ya sé que es lo que te preocupa, pero, por favor, hazlo extensivo también a qué es el amor, cuánto duele perderlo, qué pasa si un amigo se enfada, cómo puedo empezar una conversación, qué salidas profesionales tiene querer ser inventora de juguetes o futbolista o panadero… Las decisiones de verdad no son si elige calcetines verdes o rojos, que también, las decisiones importantes necesitan conocimiento y entender las consecuencias.
Convertirnos en dueños de nuestras elecciones y responsables de sus consecuencias. No desde la culpa, sino desde la responsabilidad consciente de lo que implican.
Y una vez hecha la lista de deseos y puesto precio al unicornio… a buscar. Internet, prensa, carteles en pueblos, ferias, preguntar a personas conocidas… y… la frustración. Ni tachando todos los deseos encontrábamos nuestro rincón.
Aguanta, resiste, persiste, modifica, tacha un deseo y pon otro, inventa alternativas…
“La vida es un sueño, el despertar es lo que nos mata.”
Virginia Woolf, escritora.
Tercer aprendizaje, compartimos la frustración, el agobio, los malos ratos, las ilusiones que volaban. Horas de coche yendo a un sitio a ver si… y era no. Sostenernos como familia. ¿Cómo vamos a pedirles que nos cuenten cómo están en un momento de vulnerabilidad si parecemos súper-héroes-heroínas?
Si les ocultamos los problemas tras la puerta de la cocina que se cierra porque: “papá y mamá o mamá y mamá o mamá-papá y quien sea” tienen que hablar de “cosas de mayores”. ¿Cómo podemos pedir algo que no somos capaces de mostrarles? Y es que somos mostradores de realidades. Y la vida, como dice Patri Psicóloga, no es justa, es cómo es. Y a veces tocan mierdas.
Y justo cuando estábamos a punto de tirar la toalla… ¡llegó! Nuestro rincón.
Pequeño, viejo, cero instagrameable, más cerca de una peli de Almodovar que de un reality glamming, pero el NUESTRO.
Cuarto aprendizaje, no te compares. Elige de verdad tu valor de éxito. Aquellas elecciones con las que te metas a la cama pensando que la almohada te está dando el premio Nóbel.
El éxito es personal e intransferible.
Puedes tener un éxito social y que la almohada solo te de kleenex para llorar. Y qué importante es darles espacio a nuestras personas en crecimiento para que encuentren su camino al éxito en una edad en la que el cerebro se descompone como un tornillo en Coca-Cola.
El suyo, no el que tú pensaste, el suyo.
El de su lista de unicornios, el precio a pagar que estén dispuestos, las frustraciones y dolores que traiga consigo, la oportunidad si llega y, por fin, la celebración.
Porque si construyes bien el proyecto siempre hay celebración, incluso cuando tengas que renunciar a la decisión inicial si pasara.
Por eso, lo de menos, es dónde estamos o que hemos hecho. No, no habrá room-tour en Instagram.
Lo único que me apetecía compartir es que educar desde la máxima pertenencia en 11 años solo nos ha traído celebraciones.
Y que creo que las personas somos más de ejemplos que de peliculones.
Esta ha sido una nueva aventura familiar.
Vamos a por la siguiente, en la que sí, habrá maletas y aviones.
Y si no es en avión pues nos vamos en unicornio.
Hoy la imagen, no es de mi jardín virtual, es desde mi jardín real.