Construyendo una pista de despegue
- julio 31, 2024
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El otro día hice una entrevista con Jara Pascual dentro del Club de los Súper Innovadores. Una entrevista más ligada a mi vida profesional, la de pagar facturas que suelo decir, que a mi vida más personal. Aunque más camino en el tiempo, más cuenta me doy que todos los aspectos de nuestras vidas suelen irse entremezclando.
Una de las preguntas era ¿cuál es tu propósito de vida?. Otro aprendizaje del tiempo, que me he guisado y me sirvo como plato principal a mí misma, es que los propósitos de vida se construyen en valores que van sosteniendo hitos o puntos del camino que queremos alcanzar, pero que no hay punto de llegada. Al menos tal y cómo yo lo veo.
Pero, eligiendo algo que “mueve” un poco mi vida ahora mismo puedo decir que estoy inmersa en la construcción de una pista de despegue. ¿Cómo? ¿Qué si me he vuelto loca?
A ver… no…. no estoy pensando en hacerle la competencia al aeropuerto de Madrid-Barajas, aunque no por falta de ganas para poder viajar todo lo que me gustaría. Pero eso más que un propósito sería un sueño bastante poco realista.
Estoy construyendo una pista de despegue emocional. Y no para mí. Para Juan. Para mi hijo. Porque ya queda muy poco para que vuele libre y no estemos ni mi pareja ni yo sosteniendo su vuelo.
La pista de aterrizaje y despegue, está siendo lo más fácil. Lo hemos llamado mundo, y por eso seguimos creyendo que viajar es algo mágico a la hora de educar. Creemos que es una pista lo suficientemente larga y ancha para acomodar cualquier vuelo.
Las líneas de señalización y luces de pista estamos en pleno proceso de fabricación. Límites y marcas que indiquen claramente por donde despegar con seguridad. Las luces para asegurar que con nocturnidad y alevosía o en condiciones de baja visibilidad puede llegar a destino o despegar con seguridad. Esto es carísimo.
Todo el día pintando y borrando, un poco más cerca, un poco más lejos, cuidado que refleja… y solemos salir más que salpicados de pintura y con agujetas de doblegar pensamientos.
“Si hubiera sabido de antemano el tiempo que iba a pasarse en el vestíbulo del aeropuerto de su propia vida, habría hecho unos preparativos de viaje diferentes.”
Nick Hornby, en su obra “Juliet, desnuda”
Un área que no sabíamos que existía, y que me encantó descubrir, es el área de seguridad de pista. Este es un espacio que debe estar despejado más allá de los extremos de la pista para proporcionar una zona de seguridad adicional en caso de que una aeronave sobrepase la pista. Me pareció tan bonito poder incluir un espacio para decir, oye que incluso si la has cagado mucho… tenemos opciones. La estoy decorando con mantas, cojines y muchos abrazos que arropan. Hemos encargado unos carteles de “silencio”, “espacio de calma”, “aquí no se juzga” que a ver cuando lleguen si somos capaces de colgarlos en el momento adecuado. También ha añadido una salida de emergencia por si la salida de pista es muy gorda y me cuesta mantenerme calladita para salir antes de liarla.
Tendrá una salida rápida a las calles de rodaje que enlazarán con mi propia pista de despegue por si tengo que pasar por casa de mi madre a pedir refuerzos ante algún vuelo complicado del tipo “este niño no le entiendo”. Hemos tratado que desde sus pistas de rodaje se vean las nuestras. Las que vamos construyendo con nuestros valores en el trabajo, la familia, los amigos, los proyectos personales que sembramos.
La plataforma de estacionamiento, también en construcción constante… parece la Sagrada Familia… no sé… viendo que la mía aún no la he terminado… esta pobre de Juan parece una tienda de camping de wallapop con media colchoneta vieja. Estamos en pañales. Es el área donde puedes estacionar, cargar y descargar pasajeros o carga, y realizar operaciones de mantenimiento. Ayer incluí un bote de peinado para tupé y tiemblo pensando en el día que tenga que poner preservativos. Porque sí, porque muy moderna pero educada en el “niña ten cuidado”.
Otro elemento que me tiene enamorada completamente es el indicador de viento en contra. Es un indicador de viento como una manga de viento o una veleta para mostrar la dirección y fuerza del viento. Por más que probamos… no hay manera de que funcione… no sabemos por donde nos da el aire… lo mismo me parece que vamos bien, de cara que se nos vuelve en contra y… otra vez a mover la señalización. Ya me gustaría poder dejarle este elemento en condiciones, ¿te imaginas? Cariño, ¿vas a tomar una decisión importante? Mira la manga… y por donde sople el viento. Pero no… ni con inteligencia artificial funciona.
Así que, todos nuestros esfuerzos los estamos poniendo en la torre de control, la suya, no pienses que vamos a estar ahí nosotros operando los vuelos que haga. Tratando de poner bien los cimientos, pero teniendo en cuenta que somos de castillos de naipes y cuentos de la lechera… a ver si hemos sido capaces de poner bien algún pilar de sujeción.
Para nosotros hemos encargado un par de sillas cómodas para la zona VIP de espera de llegadas y salidas que pagaremos en cómodos plazos de “ponte de pie y sal corriendo, vuélvete a sentar que ha pasado la tormenta”.
Es verdad que tenemos tarjetas que nos permiten, de momento, acceder a todos los espacios. Pero quién sabe si un día se nos anula la banda magnética que nos une y como mucho vemos volar a distancia. Es un riesgo.
Para las instalaciones de apoyo aún no tenemos presupuesto emocional para meternos con ellas. Nos han dicho que a veces hay que construir una guardería de nietos… pero bueno, de momento hemos puesto una lavandería porque en ocasiones nos cubrimos de mierda… en otras de gloria.
Y por supuesto hay plantas para el jardín virtual. Hemos elegido rodear el perímetro de un contorno de laurel cerezo, porque aísla del ruido y no nos apetece nada escuchar consejos de gente que no ha empezado con su pista de despegue o que solo vuela si hay subvenciones.