Siempre escribo del tirón, no suelo revisar mucho salvo revisar ortografía y corregir alguna falta de puntuación. Cometo muchas faltas de estas porque me aburre repasar las comas y los puntos y porque este espacio es mi espacio y me acepto imperfecta.
Cuando me llamen de Planeta o Santillana para escribir mi libro (Aprender viajando, tengo título pero nada más excepto ideas locas en libretas dispersas) ya contrataré un corrector. 😜
Me aburre repasar. Desde siempre. Nunca he repasado un examen, hasta que suspendí la primera vez. Fue en la carrera, ese día decidí leer dos veces.
Así hago los posts. Y hoy quiero contarte algunos motivos (aún no se cuántos) por los que viajar favorece la autonomía de las niñas y niños mucho más que gastarte un dineral en una cama Montessori de pino natural.
Al final del texto sabré cuántos motivos son y será el título. Así pongo los títulos. Ahora ya sabes más de mí y de mi manera de crear este blog.
Además suelo escribir en bata, ropa vieja de estar en casa o mantita en el sofá. Si algo se me ocurre, como grabar como escribo este post, tiendo a la inmediatez y usar lo que tenga a mano. Las fotos hablan por si solas.
Vamos al lío.
1. Viajar desde peques les enseña a resolver situaciones. Calcetines que no se metieron en la maleta, retrasos de vuelos y enganches perdidos, leña que no prende para hacer las chuletillas o verduras asadas (no se ofenda nadie), caídas en el río sin ropa de cambio…
Es decir, herramientas de gestión que en la vida adulta te permiten: poder ir a una reunión de última hora y pedirle la chaqueta prestada a tu vecina de mesa, comer un día un plato frío o sustituirlo por unas nueces sin pensar que si tu madre estuviera la daría un parrús, tender la mano a quien se está mojando… ¿lo pillas no?
2. Viajar desde peques les enseña anticipación. Meter un par de calcetines extra por si refresca, llevar dos libros por si hay retrasos, tener siempre frutos secos a mano en la mochila, llevar un plan B, C y D por si “te caes” al río o al pozo.
Es decir, herramientas de seguridad que nos permiten crear espacios en la vida adulta para tener una vida más serena.
3. Viajar desde peques les enseña a elegir. ¿Calcetines extra o dinero por si hay que comprarlos? ¿Dinero o capacidad para pedir calcetines prestados? ¿Libros o poder de comunicación para charlar con los pasajeros que como tú se han quedado tirados? ¿Dinero para comprar otro libro o imaginación para intercambiar el tuyo con otra persona? ¿Hundirte en el río por exceso de equipaje o flotar y fluir? ¿Subirte al primer barco que pase por el río o elegir a cuál te subes? ¿Comerte el plato entero o compartir medio plato?
Es decir, herramientas de elección para prescindir de “sus innecesarios” y rellenarlo con los “básicos de vida”. Los suyos, no los del vecino ni los tuyos, se siente.
Y ya me he cansado, pues van a ser 3 cosas nada más de las tropemil que tengo en la cabeza, pero yo creo que con esto ya vas bien y así te da tiempo a ir a por la mochila y salir.
Más que nada porque igual has dicho ¿pero entonces…calcetines sí o no y cuántos? pues yo que sé… depende de la veces que la vida te tire al río o te caigas … pero con las tres herramientas en la mochila mental te garantizo que vas bien surtida o surtido. 😉
Ya siento no explayarme más pero es que he decidido irme al CAB, aunque llueve, pero llevo paragüas y si llueve mucho pillo un taxi o entro en un bar a pedir un café. El CAB es el centro de Arte Caja de Burgos, de él te hablo otro día.
Y ya estaría.
Mi rato de desconexión, en bata, con los separadores de dedo, Doraemon de fondo, el móvil en una caja de tarjetas viejas, los cables de los portátiles por la mesa, olor a patatas a la riojana que está haciendo Jorge en la cocina, las gotas de lluvia que se han quedado en la ventana y el deseo de que algo de esto te llegue y les regales a tus criaturas y a ti misma o mismo el regalo de VIAJAR.
Ya sabes, cerca o lejos todo es bien.
FELIZ VIAJE.
